ella

nunca espero que toque la puerta.

igual se que se meterá por la ventana, porque ya conoce la casa de memoria. a veces llega como una tempestad y arrasa con todo. los libros regados por la alfombra, los muebles despellejados y vueltos cadáver, la mesa con residuos de todo lo que ha comido y ha desperdigado. huesos, jugos, manchas, babas.

igual se que se colará a la fiesta, por el techo o por las rejas. se le hace tan fácil violar mi seguridad...tanto que a veces la encuentro a mis espaldas pelando una manzana en el sofá, o si estoy arreglando la cañería es ella quien me pasa las herramientas. y la bartender risueña y coqueta de la terraza es ella. ella y su jadeo, ella y la contienda, ella que no es ella, sino soy yo jugando al gato y al ratón.

igual se que va a pasarse de manera gaseosa o líquida por debajo de la puerta. por la cerradura, por el desague, sabe dios por donde más. ...y aunque fui yo quien decidió que ya no más, y no me canse de jurarle que no habrá segunda parte...ella sigue entrando. se sienta en un escalón a reírse cada vez más alto. luego el estertor de su risa late en las paredes, retumba, cruje, y me encuentra en un rincón de cuclillas, agazapada sobre mis miedos. sonríe de lado y me tira un beso volado.

igual se que volverá. nuestro romance es algo más que químico. dependencia pura a través del espejo. se refleja en mi y yo me reflejo en ella, y somos conscientes de que separadas no podemos vivir, pero tampoco juntas. menos revueltas. lo que más me extraña es su regreso sutil, callado, sigiloso. esta vez no es la tempestad ni la tormenta, esta vez no es el tsunami ni odin descargando su furia.

esta vez ha abierto la puerta con la llave. su llave. se ha limpiado los pies en el felpudo. ha dejado el abrigo en el colgador. y esta ahí en la cocina, preparándose un café de espaldas...la vuelta a la cucharita una y otra vez.

seguro esta esperando que me acerque a preguntarle que mierda hace aquí.

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el impulso antiguo y sutil

del eco de tu perfume