domingo, 4 de mayo de 2008

cicatriz

estoy indignada. estoy escuchando como la tipa a la que Angie Jibaja le tiró un puñete narra el momento de su golpe. y, aunque fue una salvajada, me llega al ovario que lo mismo que le está pasando a la Jibaja le debería estar pasando al hijo de puta que me rompió la ceja a mi hace ya casi dos años. no con uno, sino con cuatro vasos en la cara. no fueron cuatro puntos de costura, fueron dieciocho. y no me golpeó otra chica, me golpeó un borracho de más de 1.90 cm que anda libre por las calles de Lima, quien sabe si golpeando a diestra y siniestra otra vez.

¿osea que hay que ser famoso para que pagues el daño que le haces al resto?
¿o no hay que serlo?


hace unos días el taxi en el que iba mi mejor amiga fue embestido por un mayor de la policía, otro hijo de puta, y que se quiso dar a la fuga. para colmo, ilógicamente, quiso que todos los chiquillos de 20 y tantos años que regresaban al mediodía del museo de arte e iban en el taxi se hicieran dosaje etílico. que concha! la policía, para variar sin huevos, dejó que el tipo se fuera cuando sacó su carnet de militar, aprovechando la confusión del caso y las heridas de los cinco chicos que se pasaron horas en la clínica. una de ellas tiene un hueco en la frente y el coxis desviado.


¿a la policía se la respeta?
¿a quien respeta la policía?


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la Jibaja me parece guapísima. es más, debo confesar que me encanta. que ahora esté pagando todas las cojudeces que ha hecho con su pellejo es lo de menos. que está mejor adentro que afuera, sí, es una bala perdida y bla bla bla. que ya quemó, también. que, una semana antes que le rompiera la ceja a la chica en cuestión, yo me encontraba, inexplicablemente (hasta yo creí que lo había soñado), bailando con ella por horas en una discoteca, y no recibí ni un golpe ni una patada, sólo sus sonrisas ebrias y duras. me daba pena y ternura su locura, esa absurda y blanca locura.


la chica golpeada dice que no sabe si la perdonará cuando salga de la cárcel. Bayly le dice que le agradece que sea una ciudadana civilizada que supo denunciar el caso y no achicarse por saber que era un personaje público. por no haberle pagado con la misma moneda de la violencia. que suerte de la agraviada. porque ni yo soy un personaje público, ni el que me golpeó va a dejar de ser el hijo de puta que es. y la justicia peruana va a seguir siendo la misma porquería, dos años atrás, dos años adelante, tan sólo respetando un nombre apuntado en un pedacito de cartón al lado de una insignia que tal vez recalque que "a la policía se la respeta". sí, claro. y a nosotros, los otros ciudadanos civilizados, que nos sigan lloviendo golpes y vasos.


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sigo indignada. todo esto lo he escrito rápido (perdonen las incoherencias) con cólera, con ira, con sed de justicia. sed que no creo que la justicia de los hombres logre saciar. dieciocho puntos, hijo de puta, dieciocho puntos que a mi me hacen más fuerte, y que a ti sólo te dejan una deuda que este mundo que da vueltas, el día que menos te lo pienses, te va a cobrar.

1 comentario:

V dijo...

mejor quédate en lima nomás, una ciudad donde no se respeta al peatón, conductor, al prójimo y al prófugo... una ciudad donde la policía y la justicia son una absoluta ficción...