viernes, 9 de mayo de 2008

todo el camino


Acabo de meterme a ver algunas huellas de mi pasado que aún están colgadas en alguna página de Internet por un bendito concurso, pese a que han pasado unos 10 años, y con espanto he descubierto que escribía versos muy malos. Osea, no es que ahora los escriba de la putamare, pero digamos que en algo habré mejorado. Al menos ya no son 800 versos para un solo poema!! Me han repetido unas 40 veces en las últimas semanas que no sea tan autocrítica con mi pellejo… así que he rescatado algunos versos que me parecieron viscerales. La verdad, de las 2000 palabras que tenía en esos documentos, me gustaran unas 300. No esta tan mal. Y creo que parte de lo bueno de rebuscar en nuestro pasado es la satisfacción de saber que uno lo puede hacer mejor. Y sentir de nuevo esa poderosa fuerza que nos lanzaba a escribir con febril convicción hojas infinitas, deslizar con tanta pasión la tinta sobre el papel, acariciar las palabras para domesticarlas. Esos son los pequeños momentos en los que aún me animo y pienso que el camino de la literatura es largo, agotador, doloroso, y aunque me cago de miedo, lo quiero recorrer todo, gastarme cada gota de gasolina, sudor y sangre en él. Y al carajo lo demás.
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a este poema le tengo mucho cariño, leerlo ha sido volver 10 años atrás y recordar los primeros amores y esas primeras heridas. las cicatrices ahora son dulces.


Q street

(…)

II
Sólo dos cuerpos desplazándose a lo largo de una gris callecita llena de postes. Cada poste es un dolor. Cada poste es un palito de dientes del diablo. El sol es un tatuaje, todo nuestro cuadro es una vieja foto en blanco y negro. La memoria. Retenida en una cámara animada por un monito que lee la suerte. Gente que viene y va, y tú que no dejas de mirarlos mal. Por hoy más antisocial que yo. Caminamos en perspectiva y yo nos veo de la mano, oliendo a arena de playa, con los dientes bien lavados. Nos veo. Neotransfiguración de nuestros espectros en un día estático por tu calle. Somos el monocromo de El Grito de Munch.


III
Tu ausencia. Es un pájaro que el niño ha apedreado. Golpes secos de tus dedos sobre la mesa. La cerveza al lado. Sólo un teléfono frío. Un par de cartas. Las pastillas. Janis llorando sus plegarias. Y lo que yo diga ya no vale. La rotonda de tu parque vacía. Tu ventana emanando un grito de luz violeta. La reja que F chocó. Los vecinos. Ese cuarto azul tan dulce. La pena, no veré mi reflejo en el café esta mañana. Es mejor. Hoy alguien no se levantará de su cama. Suena ese vals, hay una cantina junto a mi corazón. Timbales, ese caníbal se comió el último trozo, ya no hay ni un sapo, ni una mariposa aquí dentro.


IV
Tu ausencia. El harakiri mental, caen gusanos de mi cabeza. Floto a dos metros de la vereda. Con los ojos a medio abrir, pegados en su estado parcial de estupidez, trato de visualizarte y solo ha aparecido tu ojo izquierdo. Están floreciendo en mi hongos, es mejor que me retire a mi calle, ya no salen flores en Q Street, sólo está la malahierba y una oruga aplastada en medio de dos piedras preciosas.

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