miércoles, 5 de diciembre de 2007

lo que habito

Yo habito ese pequeño niño. Ese que sonríe y llora cuando está feliz. Ese que sonríe y llora cuando esta triste.

Yo habito ese pequeño niño que no sabe lo que quiere. Comida, reposo, ternura o calor. Todo es igual y se resume a llantos o sonrisas, y no sabe distinguir entre unos y otros.

Yo habito ese pequeño niño que si siente algo lo oculta, pero cuando no lo siente lo añora. Yo habito su cuerpo pequeño, frágil, indefenso, y me encargo de vestirlo de amargura y frialdad. Lo maquillo para que se vea un poco más maduro y también lo golpeo contra la pared para darle un aspecto de célebre ansiedad.

Yo habito ese pequeño niño, ese que prefiere las tardes frías entre la niebla, ese que no cambiaría una madrugada contigo por todo el dinero del mundo, ese que elige cortarse las venas antes que verte partir. Ese que no quiere otra cosa que la vida que sale de tu pecho. Ese que nunca te lo dirá porque aún no estás aquí.

Yo habito ese pequeño niño nonato, ese feto incompleto que nada entre vísceras y carnes y heces, esa masa sin volumen que no tiene sentimientos, ese escuálido conjunto de vertebras insensibles que no deberás conocer, un ramillete de nervios y un amasijo de órganos que mezclados no son nada humano.

Yo habito este niño, y es su llanto mi habitación, su sonrisa mi morada, su tristeza mi cobijo.

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