gente desperezándose igual que yo a las 9 y pico am, mientras hacemos la cola interminable, más larga que la de la cafetería de mi trabajo, para comprar arroz navideño y alguna ensalada con verduras y frutas que sé que no comeré. dos kilos de cada uno, una de las cajitas rotas, un tipo gordo y de cabello trinchudo que no me cedió la canastilla. todo navidad a 50% y es difícil escoger dulces para las abuelas porque o no pueden chocolate o no pueden saborizantes o no pueden azúcar.
hago un stop para respirar de toda la segunda manada que recién se despierta e invade wong al mediodía. encuentro, con suerte, un pequeño anaquel de libros con algunos de autoayuda, el cartero de neruda de skarmeta y uno que al fin decidí hojear (se dice ojear /hojear? viene de ojo o de hoja?) y tenía por título 50 poemas contemporáneos latinoamericanos. sonrío al ver que me toca "hija del viento" de pizarnik, y no puedo creer que hayan puesto a pizarnik en esa compilación. al final del poema, luego de "que hasta las palabras se suicidan", dice que los derechos estan cedidos por los herederos de pizarnik. envidio esa herencia.
mi padre se va a demorar una hora en recogerme y yo tengo dos kilos de arroz con pasas y fideos, otros dos de ensaladas raras, toffees y colonias after shave para mis tíos. me quedo parada en la puerta de la salida con mi carrito, desolada, protectora de mis bolsas. me doy cuenta que plaza san miguel ahora, o desde no sé cuando, se ha convertido en plaza san migay. hay uno muy gracioso, pelos parados y lentes oscuros gigantes, habla por teléfono y se ríe e indica a unos cargadores que se lleven unas cajas. pasan dos más, 15 o 16 años, también con el celu en la mano, apresurados. pasan 5 minutos y sale uno de la vieja guardia, 50 años tal vez?, con su madre de unos 70 tomada del brazo. y bueno, también estoy yo, contemplando y envidiando el trasero regio de una animadora de tele que pasa frente a mis narices.
llega mi viejo, recoge las bolsas, me da un tiempo de otra hora de gracia para comprar doscientos regalos en una plaza que no visito hace más de un año y ahora tiene hasta segundo piso. y pensar que casi toda mi niñez me la pase montada en los bichos tragamonedas que habían en el primer piso, caballitos, dragones o carritos, cualquier cosa daba igual con tal que se moviera y diera vueltas. pienso que para D. esta es una blanca, muy blanca navidad, mientras que para mi es roja, muy roja, estoy en el peor de mis días de diciembre y un chico quiere convencerme de que me tome una foto con un duende de Claro. la entrada a Ripley me hace sentir como cuando uno estás en el mar y ves que viene una ola gigantesca y cuentas hasta tres...uno...dos...tres!!!! y te lanzas de cabecita antes que te tape. así que entro, aguantándome el aire.
compras exitosas. recuerdo que en la cola de wong había de todo. recuerdo, en particular, a un obrero con la ropa aún de trabajo, lleno de tierra y los zapatos sucios, el casco en la mano, y una 7up de dos litros en la otra. detrás de él, el ingeniero, con el casco bien puesto en la cabeza, una docena de vasos plásticos y una botella de Riccadonna en la mano. no sé si él es el héroe del día o cada uno celebra como puede... o con lo que tiene.
niños. millones de niños. me pisan los talones, van hablando solos en el camino, tienen rabietas y se enamoran de los juguetes 2 x 1 de las tiendas. papá noel se caga de calor en ese traje. me como una raspadilla y desayuno un churro a la 1pm mientras espero que mi viejo se de otra vuelta en el estacionamiento para encontrarme. de regreso a mi casa he intentado forrar sin éxito mis regalos, envolví tres y mi mamá el resto. ahora está más serena, ayer le rompieron la luna del taxi en el que iba y se llevaron su cartera con documentos, tarjetas, nuestras fotos y, me va a matar si lee esto, pero se llevaron la plancha de dientes que estaba haciéndose en el dentista. seis meses y tropocientos dólares al agua. y, como dice uno de mis primos, ahora sonríe a la mitad. ja. lo bueno es que aún después de todo sonríe.
y en fin. reportando desde la agitada y calurosa ciudad de Lima, el día de navidad del 2008, en un momento en el que ya no siento tanta apatía, sino algo de pena y nostalgia... sólo espero que a nadie se le ocurra subir el volumen cuando pasen "ven a mi casa esta navidad".