jueves, 29 de noviembre de 2007

trinchera helada

Hace mucho tiempo que no sentía. Si, no sentía nada. Estaba algo así como dentro de mi tempano, encerrada, cobardemente atrincherada. No sé si es el contacto o empiezo a recuperar conexión… tal vez sean estas épocas navideñas que tanto odio, pero que tanto apaciguan y llenan de emociones a la gente. Ánimos de rápido contagio.

No sé. Tal vez me dedique a hablar huevadas en las 542 siguientes palabras, pero la verdad es que me siento bien. Algo huele a libertad, como un pequeño hueco por el cual respiro en mi oscura cueva de insatisfacción. Una respuesta a mis manotazos de ahogado. Es difícil tratar de explicar en palabras la sensación de sentir el amor alrededor, el amor como volando, pero no el amor que alguna persona me pueda dirigir… sino ese tipo de amor que uno respira en estas épocas… no es que no reciba amor de la gente, pero estos días siento como si hasta la brisa que me toca lo hace con amor. Pero es un amor que tan solo con roces, duele. Melancólico. Tierno. Sensible y nostálgico. No existen palabras para expresarlo. Trilce. Esa tristeza dulce que te tiene entre el ser y el no ser.

Siento como si algo hubiera pasado y no me han avisado. Algo importante. Pero tal vez sólo sabré que es dentro de algún tiempo. Quizás he crecido un poquito más. Quizás he visto alguna luz, o mi mente se ha expandido. Quizás quizás quizás. Esa mezcla de querer reírte con toda el alma, de vivir, de explorar, de correr y de gritar, y también la misma mezcla de llorar con el alma, de preguntarse ¿por qué?, de no aceptarlo, de no saber, de no querer.

Siento también por minutos que el alma se me expande y ya no cabe en esta cubierta que llevo por cuerpo. El alma, el corazón, el espíritu… todo se infla, se agranda, se quiere liberar… quiere lanzarse al vacío de las palabras. Pero esta no es una verdad a medias, ni tampoco desconocida para mí. Es el inicio de mi proceso de creación. Siempre pasa. La primera vez tenía 5 años y no supe explicárselo a mi madre y termine en la psicóloga. No sé porque pasa, pero pasa. No lo hago por pose, no lo hago por dar pena, ni mucho menos por dármela de genio loco. Simplemente pasa. Pasa que me pongo triste y eufórica a la vez, pasa que me gusta todo y no me gusta nada, pasa que quiero llamar a todos para verlos a los ojos y abrazarlos y llorar un buen rato. Un buen rato. Pasa que siempre me pasa, pero no me pasaba hace mucho tiempo, días, semanas, meses, un par de años… pasa que las palabras tenían hueco, pasa que el amor propio estaba de viaje exiliado, pasa que mis barreras anti todo estaban cimentadas con el hierro y el concreto de mi desazón. Pasa que regresa esa musa de la cual estoy enamorada desde que nací y se llama poesía, por mas cursi y romanticona que suene la cosa, pero así es. Y con poesía la vida tiene ese melancólico sabor a la última chela que te tomas viendo el sunset, en ese último día de playa de tus vacas. Ese sabor que llevas en la boca esperando que llegue el primer día del próximo verano. Ese cuadro que no quieres borrar porque va a ser tu único consuelo cuando regreses a los días normales y rutinarios. Ese aire combinado con pequeñas gotitas de mar que te salpican en la cara y te hacen sentir volátil, elevado… dueño de tu propio pedacito de cielo. Y ese color… eso es lo que no quiero borrar, y lo que quiero que entiendan. Que entiendan que me duele todo.
Pero me gusta.

3 comentarios:

Dice dijo...

tu extraña sensacion tan comprendida y tan conocida, esa extraña sensacion que aveces me pone en un estado splee...pero gusta.JAH

Anónimo dijo...

.....tiempo que no te leia y me doy cuenta que mi timida prima esta creciendo ...bienvenida madurez :-)

Eqiz dijo...

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